Una famosa escritora afirma en NPR que tiene la intención de poner fin a su vida y que escritores masculinos pueden competir para convertirse en albaceas de su patrimonio. Los hombres se dirigen a la montaña y son desafiados intelectual y eróticamente, hasta que uno descubre el juego final de Maya.

Maya Dardel es un drama escrito y dirigido por Zachary Cotler y Magdalena Zyzak, protagonizado por Rosanna Arquette, Lena Olin, Jordan Gavaris, Alexander Koch, Nathan Keyes.

Más: PELÍCULA CHRISTINE, CON REBECCA HALL

POSTER Y FOTOS PELÍCULA MAYA DARDEL

TRAILER PELÍCULA MAYA DARDEL

MÚSICA PELÍCULA MAYA DARDEL

Música original y poema por Zachary Cotler.

En una ventana te reconocí
tu debes ser el que no puedo nombrar
el hombre con voz débil
detrás de mi voz
pensé que también era mía
la cadencia era prestada
cuerdas gruesas y musculosas
como los de la garganta del barítono
un día en algún lugar de Europa
hace años con un amigo que falleció hace tiempo
si se le puede confiar la vida a los relojes
en algún templo o capilla
pagamos para escuchar a un hombre cantar
pensé que reconocía en la sonoridad del barítono
y el vidrio temporal
en el grosor de eso una nota propia
una afinidad allí
donde los cifrados como el amor
y el arroyo infinito
se encuentran con el sentido común esencial
pero de todos modos logran cantar
como uno le canta a un niño que no puede tocar
ahí afuera en la parte de mi voz
que permanece inconsciente
pensé que te había visto en la ventana
allí en esa parte de la ciudad
pensé que te verías como yo
pero debes ser un hijo adoptado


Ella sabía todo sobre la sublimación de la pérdida
sobre el sufrimiento como el alimento del genio
sobre la residencia del dolor como armonía, en una obra de arte
sin embargo, ella cedió a los estados de animo e impulsos humanos más banales
mezquindad, impaciencia, capricho, tacañería
sufría una ansia de poder a pensar de su generosidad
jugó con los destinos humanos a pesar de su desprecio por tales juegos
sufrió de auto-desprecio, a pesar de su poderosa y legitima confianza
en si misma y orgullo
era una paradoja fuera de cualquier categoría moral
y también un mal juez